Horario de apertura: Martes-Viernes 17.30 - 21 h. Sábado 11 - 14 h. Cerrado: Lunes. Fuera de horario se atiende con cita previa +34 606 780 084, info@galeriazunino.com
HOJA DE SALA
DESEORDENADOS colectivo Estudio Cruz Verde
El armario, ese contenedor de secretos e intimidades, se transforma en Deseordenados en una metáfora de la psique humana. El colectivo estudio cruz verde explora la paradoja de catalogar el deseo: ¿cómo ordenar aquello que por naturaleza es caótico y pulsional?
Esta exposición funciona como un armario-estudio abierto donde lo ordenado y lo caótico coexisten. A través de diferentes formatos (un gran papel de 230x150 cm y cinco de 70x50 cm pintados colectivamente a seis manos, junto a 36 obras individuales de 20x30 cm (doce por artista)— emergen los objetos que habitan su espacio creativo.
Sin orden aparente, flotan elementos que les inspiran en su trabajo diario, pero también aquellos que aluden a lo sexual, lo corporal, esa dimensión del deseo normalmente velada. Como en un catálogo imposible, lo cotidiano y lo íntimo se entrelazan en el espacio pictórico.
El colectivo transgrede la frontera entre lo público y lo privado, convirtiendo el mostrar en un gesto político y poético: hacer visible el desorden esencial de nuestros deseos, ese caos productivo donde nacen tanto el arte como la vida.
PERMANECER JUNTOS SIEMPRE ES EMPEZAR DE NUEVO.
Una aproximación subjetiva a la obra de Estudio Cruz Verde.
En 1984, el galerista Bruno Bischofberger, que trabajaba con la flor y nata más cool de la escena neoyorquina de la pintura y el arte internacional, propuso a Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Francesco Clemente trabajar en una serie de obras a seis manos. Después de la enésima muerte de la pintura y tras su gran nuevo momento de expansión en esta década, no era de extrañar que una idea así surgiera o bien tras una conversación de sobremesa —en café, copa y puro— charlando sobre lo interesante de las colaboraciones entre creadores y las miradas infantiles de sus hijos (recordemos que lo considerado puro y primitivo estaba en alza, siempre como sinónimo de frescura), o bien como una marcada estrategia, ante que la unión de tres de los pintores del momento supusiera un punto de atracción en cierto modo experimental, en una práctica y juego ya conocido como el cadáver exquisito. Algo que, para un coleccionista ávido de novedad, en el que la exclusividad de contener las tres firmas fuera una tentación tan deseable como irresistible. A tenor de los resultados —como siempre, discutibles y debatibles en el arte— se respiró cierto consenso en que no había sido, usando el término actual tan habitual en la música, uno de los mejores featurings que se recuerde. Ni falta que hacía.
El caso es que el juego funcionó. Y funcionó hasta el punto de que Warhol y Basquiat continuaron estas colaboraciones juntos tras concluir el periplo con Clemente, según ellos mismos, por diversión. Permanecieron y surgieron más propuestas; lo importante era la semilla de algo nuevo y en el que todo no estaba bajo el control de uno solo, en una práctica tan solitaria como la pintura.
La disolución de la autoría en la pintura siempre genera debates, ya sea por la entrada de manos ajenas o miembros de un estudio o taller en la obra del “maestro”, ya sea por la asunción de una conciencia colectiva en la que la generosidad para con los participantes debe ser tan enriquecedora como capaz de compartir aciertos y errores. Muchas veces este debate es estéril, porque llegar al extremo sin naturalidad es querer forzar la experiencia a una verdad que nos convenga.
En ese sentir colectivo situaría la práctica de Estudio Cruz Verde, formado desde el año 2013 por Antonio Jimeno (1990, Sevilla), Juanjo Recio (1990, Écija) y Tomás Iglesias (1979, Sevilla), nombre cuyo origen es el de la propia calle donde se encuentra lo que los artistas llamarán estudio, pero que yo personalmente consideraría un laboratorio-lugar de juego. Y creo que, en nuestro acercamiento al saber, pocos lugares hay más imprescindibles que donde se investiga y experimenta, y donde uno juega y se divierte.
Un juego sin normas, sin un mínimo rigor, no puede desarrollarse; esto es, no puede servir ni de diversión ni de aprendizaje. Hasta en la práctica más libre necesitamos unos hitos comunes que establezcan, si no una dirección, un equilibrio en el que todos los participantes, de entrada, cuenten con las mismas condiciones. Los miembros de Estudio Cruz Verde marcan unas pautas comunes —en el caso de esta exposición, de uno de ellos— que los demás siguen, pero a la vez cuestionan en cada acción o, mejor dicho, “responden”. Cada obra de esta exposición es una conversación en la que el intercambio, el ensayo, el error, el reconocimiento al punto de vista ajeno, el límite de lo propio, la respuesta vehemente o calmada… entran en la pintura con tanta importancia como el propio proceso formal, ya que es el acuerdo, la decisión entre los tres y el equilibrio en el diálogo lo que conforma cada paso en el cuadro.
Estudio Cruz Verde encarna lo que podría ser la envidia de muchos autores y autoras que, en determinados momentos de duda, saben que fulanito o menganita —su colega al que acuden en busca de ayuda u opinión para solucionar un cuadro— lo resolverían mejor. Nada más lejos de la realidad de un estudio: también localizamos qué soluciones no consideraríamos ni de lejos y a quién queremos, sobre todo, “no parecernos”. Sin embargo, no se trata de ayudarse; se trata de diluirse en un lenguaje propio a seis manos, en el que la individualidad y la soledad de la práctica pictórica se convierten en otra cosa. Se convierte en estar juntos. Se convierte en permanecer y no abandonar. Se convierte en una manera de empezar de nuevo cada paso en la obra. Se convierte en compartir sin perderse.
Un maremágnum de pensamientos, objetos, referencias pop, modelos encontrados y recordados, captar el propio presente, lo que está sucediendo, en bodegones repletos que muestran planificación pero cuyos modelos, objetos y referencias nos sorprenden, nos invitan a desentrañar las relaciones entre ellos y explorar un terreno con la curiosidad de un niño que sin necesidad de saber la referencia ya juega con la mirada para reconocer este nuevo espacio fruto de tres mentes pensantes y seis manos actuando. Estudio Cruz Verde ocupa un territorio en cada pieza, en el que consiguen algo que trasciende el cadáver exquisito, la mera experimentación formal o los juegos artístico-especulativos de Bischofberger: mantener el deje de cada uno de ellos construyendo un lenguaje común. No se trata de que guitarra, bajo y batería vayan al unísono; se trata de que, mientras haya banda, habrá ruido. Se trata de abordar la pintura desde una definición que ya dice mucho sobre nuestras elecciones, sobre cómo estar en el mundo. Podemos estar solos o podemos permanecer juntos. Cualquier relación se trabaja, se construye, se debate y se mantiene desde la misma premisa: la voluntad de permanecer nos permite establecer siempre un punto de partida nuevo o una continuidad en el crecimiento y el descubrimiento.
Larga vida y pintura, Estudio Cruz Verde
Rafael Jiménez Reyes, artista
Vista de la exposición
Vista de la exposición
Vista de la exposición
Vista de la exposición
“LA PAGODA”. Luis Acosta. Acrílico y grafito sobre lino. 130 x 97 cm. 2024
“Deseordenados 1”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 230 x 150 cm. 2024
“Deseordenados 2”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 3”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 4”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 5”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 6”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 7”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 8”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 50 x 70 cm. 2025
“Deseordenados 9”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 10”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 11”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 12”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 13”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 15”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
“Deseordenados 16”. Estudio Cruz Verde. Acrílico, aerosol, ceras, guache, óleo y rotulador sobre papel. 20 x 30 cm. 2025
Retrato de los artistas en su estudio (Sevilla)
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